Alonso, Humberto


Resumen

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Colunga

Parroquia: Colunga

Entidad: Colunga

Zona: Oriente de Asturias

Situación: Costa de Asturias

Comarca: Comarca de la Sidra

Clasificación: Reseñas históricas

Clase: Arte, cultura y deporte

Tipo: Pintores

Dirección: Colunga

Código postal: 33320

Web del municipio: Colunga

E-mail: Oficina de turismo

E-mail: Ayuntamiento de Colunga

Descripción

Nacido en Colunga [Asturias] en 1926 y afincado en Villaviciosa [Asturias] desde los años cuarenta, Humberto Alonso está considerado como uno de los mejores acuarelistas asturianos. Consumado paisajista, ha plasmado en su obra los más diversos escenarios asturianos, rurales, urbanos, marinos, interiores, y especialmente la ría de Villaviciosa, a la que considera como una de sus principales fuentes de inspiración. Es uno de los fundadores del grupo Niebla. Se inicia en la pintura por influencia de su abuelo y posteriormente de Alfonso Iglesias, creador de los célebres «Pinón» y «Telva». Un problema de alergias con el óleo le lleva a especializarse en la acuarela. Realiza su primera exposición en Oviedo en 1956, en la XVIII Exposición Provincial de Arte, donde obtuvo el primer premio.

Se traslada a Gijón en 1958, donde asiste a las clases de la Agrupación Gijonesa de Bellas Artes. En 1964 se marcha a Ginebra donde realizó cursos de dibujo y pintura, entre otros estudios. Suma más de 55 exposiciones en las salas de arte más reconocidas, tanto de Asturias como en el resto de España y fuera de nuestras fronteras: Ginebra, París, Fontaine de Comte, México D.F. o Santa Marta (Colombia). En 1981 participó en el Panorama de Arte Asturiano celebrada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

En 2001 recibe el premio Aula de Paz, de la escuela asociada a la UNESCO «Camín de Mieres» como decano de los acuarelistas asturianos. En junio de 2007 el Centro Asturiano de Madrid le concede el Urogallo especial con mención honorífica.

En mayo de 2008 la Asociación Cultural La Huella le tributa un homenaje en el que el alcalde Rogelio Pando le impone el escudo de plata del ayuntamiento. En junio de ese año la Federación de Asociaciones de Vecinos de Villaviciosa, en su VIII Semana del Vecín, le reconoce como Personaje maliayo del año 2007, galardón destinado a reconocer a la persona física o jurídica que más haya destacado durante el año y mejor haya contribuido a promocionar el concejo dentro y fuera de Asturias. Del 17 de julio al 17 de setiembre de 2008, la sala de exposiciones de la Fundación José Cardín Fernández reunió la muestra más importante de todas las que ha presentado en su larga carrera al reunir, bajo el título En el camino, 27 acuarelas y 18 dibujos.

El 17 de octubre, díaz días después de que lo acordara la Corporación, en el salón municipal de Plenos se hizo entrega del título de Hijo Predilecto de Villaviciosa a Humberto Alonso, «el poeta de la ría», en cuyo acto estuvo presente acompañado por su esposa, Margarita Amandi, natural de Tornón (Villaviciosa).

(Fuente: La Voz de Villaviciosa (año XXV, nº 42), separata de actualidad de Cubera, revista de la Asociación Amigos del Paisaje de Villaviciosa.)

Palabras del biografiado

Soy de lo que se ha dado en llamar, con un cierto tonillo despectivo por algunos «modernos», un «pintor figurativo» (La verdad es que, desde Altamira, todos hemos sido «figurativos»). No sé si me puedo calificar como autodidacta pues, aunque no tengo ningún título oficial, he recibido lecciones de muchas personas e instituciones. La verdad es que me he ido formando (¿deformando?) a trompicones. Mi primera escuela fue la Nacional de Colunga, con D. José Baltasar Fernández como primer maestro. Recuerdo muy bien el retrato de don Niceto Alcalá Zamora colgado en la pared. Después vino la guerra y todo se trastocó. Durante un tiempo, nos quedamos sin escuela. Por fin ingresé en el colegio de los Hermanos de la Salle (los «baberos»), cuya misión principal era la de preparar a los chicos para la emigración a las Américas. Los programas de estudios estaban formados —-aparte de la Historia Sagrada— por la contabilidad, el cálculo comercial, la taquigrafía y los idiomas. Afortunadamente, en el último curso, tuve un profesor, el hermano Pablo, muy aficionado al arte y la literatura. Él seleccionaba poemas y otros textos literarios que yo ilustraba a mi manera. Naturalmente, yo lo pasaba muy bien pues lo que a mí me gustaba era dibujar. Los textos ilustrados eran expuestos en las reuniones anuales del patronato del colegio, compuesto por sesudos y muy serios «americanos» que me daban un pequeño premio. Gracias a las enseñanzas de los buenos frailes, pude ganarme la vida como contable y administrativo en diversas empresas, dentro y fuera de España, durante muchos años. Salí del colegio, con dieciséis años, para trabajar como amanuense en la notaría de Colunga. Los años de trabajo en la notaría, primero como escribiente y ya, luego, como oficial, fueron muy interesantes para mí. En efecto, el notario con el que más tiempo trabajé (la notaría de Colunga era entonces una notaría «de paso») fue D. José Manuel Iglesias, quien me enseñó lo necesario para llegar a ser oficial, categoría con la que, posteriormente, solicité la excedencia. José Manuel Iglesias tenía una estupenda biblioteca que, amablemente, puso a mi disposición, lo que me permitió leer mucho en aquel tiempo. Por otra parte, era hermano de Alfonso Iglesias, el famoso dibujante y humorista. Alfonso me estimuló para que yo no abandonara el dibujo y, más tarde, me aconsejó cuando hice mi primera exposición individual en el Instituto Jovellanos de Gijón. Así pues, toda mi «vida laboral» la pasé entre legajos, escrituras, libros de contabilidad, protocolos, etc., aprovechando todo mi tiempo libre para dibujar.

MI primer maestro de dibujo fue mi abuelo paterno Rufino Alonso (curiosamente mi abuela también se llamaba Rufina, de modo que eran conocidos como «Rufo» y «Rufa»). Mi abuelo fue un arquitecto frustrado, carrera que tuvo que abandonar por motivos económicos. Era un buen dibujante que me inculcó el gusto y el amor por el dibujo. Escribía, además, poemas y relatos en bable de Colunga (la Academia de la Llingua Asturiana publicó algunas de sus obras en la colección «Cartafueyos de la Lliteratura Escaecía»). Seguí luego cursos por correspondencia y clases nocturnas con diversos profesores. Ya de mayor, estudié dibujo en la Agrupación Gijonesa de Bellas Artes, donde tuvo como condiscípulos a Adolfo Bartolomé, Urbano Cortina, Suárez Torga, J. M. Jauguerizar y otros, y como profesor, a Luis Pardo.

En Ginebra, adonde me trasladé a vivir para trabajar como «chef de bureau» en la empresa Hofstetter Sports, participé en los «Cours Commerciaux de Genève» y de dibujo en el «Service Culturel École-Club Migros». Ya de vuelta a España, después de unos años en Madrid, donde frecuenté el Círculo de Bellas Artes, vuelvo a Asturias, primero a Oviedo y, por fin, a Villaviciosa, que era mi meta anhelada.

A menudo me preguntan por qué solamente pinto a la acuarela: la razón es muy sencilla. Me vi obligado a abandonar la pintura al óleo por razones de salud. Los barnices y trementinas me producían unas terribles alergias que afectaban a los ojos y a la nariz. Probé a emplear mascarillas e, incluso, gafas de soldador, pero todo fue inútil. La acurela fue, pues, mi «salvación» como pintor.

He dicho antes que soy un pintor figurativo, es decir, que pinto «figuras y realidades concretas y reconocibles». «El fin del arte —escribió el gran paisajista Carlos de Haes— es la verdad que se encuentra en la imitación de la naturaleza, fuente de toda belleza...». Uno de los privilegios del pintor es que no está obligado a reproducir exactamente todos los detalles de un tema. El pintor «interpreta la naturaleza» modificando a veces la realidad según su sensibilidad para dar a la obra algo personal. «En las vistas de Canaletto —escribió Henri de Régnier— Venecia se nos aparece en su más minuciosa exactitud. La fidelidad de las perspectivas se completa con la precisión de los detalles». Pues bien, hoy se sabe que «sus cuadros no son topográficamente fiables, porque el pintor alteraba la perspectiva si el arte parecía justificarlo o si su cliente lo demandaba». De todas las definiciones que conozco de la acuarela, aparte del bellísimo soneto de Alberti «A la acuarela«, me quedo con la de Alfredo Marquerie, quien escribió: «La acuarela es el encaje y la espuma, el rizo y el ala, el soplo de la brisa de la pintura».

Se dice comúnmente que la acuarela es una técnica difícil, muy difícil, incluso. Esto sólo es verdad a medias. Lo que sí es cierto es que el aprendizaje de este procedimiento es más lento que el de otras técnicas, como el óleo, por ejemplo. Hace falta una cierta dosis de paciencia y de concentración para conseguir algo válido, artísticamente hablando. No hay que olvidar que los acuarelistas trabajamos con elementos o materiales poco «manejables», como son el agua y el papel. Los resultados son, en muchos casos, imprevisibles.

Casi todos los acuarelistas hemos bebido en la fuente de los ingleses, especialmente de J. M. W. Turner. Una acuarela de Turner titulada «Venecia. San Jorge Mayor desde la aduana» ha sido considerada por algunos como «la pintura más creativa de toda su obra a efectos de luz y de color». A mi modesto entender, tal afirmacióln es una exageración. Realmente estas obras de Turner, en tamaño reducido, son simples estudios, sin más pretensiones que servir de base a obras de mayor envergadura, muchas veces al óleo. Las verdaderas acuarelas de Tuner (se entiende obras terminadas, de un tamaño importante) son de lo más realista. Véanse, si no, obras como «La batalla de Fort Rock» o «Aníbal pasando los Alpes», tratadas con absoluta fidelidad a los detalles, con montones de diminutos personajes. La acuarela «Castillo de Edimburgo: el desfile de los Highlanders» mide 86 x 140 mm. Si se tiene paciencia, pueden contarse, en una pequeña página «in-octavo», cientos de personajes. Los acuarelistas formamos, en el mundo de la pintura, «bande à part».

Somos independientes de otros grupos artísticos, de tal manera que en los concursos de pintura se suelen establecer premios separados para pintura y acuarela, algo que no es nuevo, pues ya en 1948 los acuarelistas lograron que en la Exposición Nacional de Bellas Artes se creara una Sala Independiente como sección de Pintura a la Acuarela, con el establecimiento de una medalla, que recayó, por cierto, en el gran acuarelista catalán Ceferino Olivé.

En Asturias tenemos una «Asociación de Acuarelistas de Asturias». Dentro de esta asociación, el grupo «Niebla», formado por los miembros más activos de la misma, tiene a gala salir todos los sábados a fin de pintar, a la acuarela, directamente del natural, los más bellos paisajes de nuestra tierra.

Aunque no suelo participar en certámenes o concursos en los que prime la competitividad, he recibido algunos premios. Sólo citaré el «Urogallo especial con mención honorífica», del Centro Asturiano de Madrid, y el «Aula de Paz», de la escuela asociada a la UNESCO «Camín de Mieres», que me son especialmente gratos.

Como muchos lectores saben, soy natural de la villa vecina de Colunga y, sin renunciar a mi «colunguismo» de pura cepa, quiero declararme, desde ya, admirador entusiasta del paisaje de Villaviciosa y amigo sincero de sus gentes. Avecindado en la Villa desde hace más de medio siglo —con algunas ausencias no exentas de añoranza— quiero agradecer a los villaviciosinos el haberme acogido como uno más, con amistad y generosidad.

(Fuente: Extracto del discurso pronunciado por el pintor con motivo de la exhibición de sus acuarelas en la sala de exposiciones de la Fundación José Cardín Fernández (Villaviciosa), que tuvo lugar entre el 17 de julio y el 17 de septiembre de 2008.)

Bibliografía

Han escrito sobre su obra, entre otros autores, José María Fernández Buelta, Rubén Suárez, José Ignacio Gracia Noriega, José León Delestal, Evaristo Arce, Jesús Villa Pastur, Luis Díez Tejón, Luis Suárez, Luciano Castañón, Alain Ladoche, Ruperto Caravia, Corinne Péruchon, Luis Portal, Etelvino González...

Y sobre su vida y obra figuran referencias en distintas publicaciones, como la Gran Enciclopedia Asturiana, la Historia de las Artes Plásticas de Asturias, el Diccionario de pintura y escultura española del siglo XX, Pintura Asturiana y Panorama del Arte Asturiano, de Villa Pastur, Pintura actual asturiana, Artes plásticas de Villaviciosa, Enciclopedia Temática de Asturias, Diccionario enciclopédico del Principado de Asturias.

NOTAS

Humberto Alonso hizo el cartel anunciador de la Semana Santa de Villaviciosa de 2010

Es autor del libro Paisaje sacro (2010), promovido por la asociación «Amigos del Paisaje de Villaviciosa» (Cubera)) y patrocinado por la Mancomunidad de la Comarca de la Sidra, en el que recoge las 93 iglesias más importantes de los concejos o municipios asturianos de Bimenes, Cabrales, Colunga, Nava, Sariego y Villaviciosa.

Concejo de Colunga

Historias de dinosaurios, playas que combinan el verdor de las pumaradas y el azul del cielo, villas marineras como Lastres, colosos de la naturaleza como la Sierra del Sueve, arquitectura indiana como la del pueblo de Libardón, e ilustres investigadores… así es Colunga.

Los concejos (municipios) que limitan con el Concejo de Colunga son: Caravia, Parres, Piloña y Villaviciosa. Cada uno de estos concejos (municipios) comparte fronteras geográficas con Colunga, lo que implica que comparten límites territoriales y pueden tener interacciones políticas, sociales y económicas entre ellos.

Comarca de la Sidra

Tierra de pomaradas y manzanos en flor, hogar de centenarios llagares de sidra, costa de dinosaurios, pueblos mineros y villas marineras, una de las rías con más biodiversidad de toda Asturias, majestuosas sierras como las de Peñamayor o el Sueve, Caminos de Santiago, pueblos ejemplares y el mejor arroz con leche… así es la Comarca de la Sidra.

La comarca está conformada por uno o varios concejos (municipios). En este caso: Bimenes, Cabranes, Colunga, Nava, Sariego y Villaviciosa. Estos concejos representan las divisiones administrativas dentro de la comarca y son responsables de la gestión de los asuntos locales en cada municipio.

Conocer Asturias

«El Palacio de Cimavilla: Situado en Gijón, este palacio del siglo XVIII es un magnífico ejemplo de la arquitectura civil asturiana. Destaca por su impresionante fachada barroca y su hermoso patio interior. Actualmente, el palacio alberga la Escuela de Arte Dramático y Danza de Asturias.»

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