Álvarez-Laviada y Alzueta, Manuel, «Manuel Álvarez Laviada»


Resumen

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Oviedo

Parroquia: Trubia

Entidad: Trubia

Zona: Centro de Asturias

Situación: Montaña de Asturias

Comarca: Comarca de Oviedo

Clasificación: Reseñas históricas

Clase: Arte, cultura y deporte

Tipo: Escultores

Dirección: Trubia

Código postal: 33119

Web del municipio: Oviedo

E-mail: Oficina de turismo

E-mail: Ayuntamiento de Oviedo

Descripción

Hijo de Paulino Álvarez-Laviada (abogado y escritor) y hermano de Fernando (escritor), Manuel Alejandro Álvarez-Laviada y Alzueta (Manuel Álvarez Laviada), considerado por profesores Javier Barón Thaidigsmann y Carlos Cid Priego «como uno de los mejores escultores de su tiempo en España», nació en Trubia (localidad del concejo o municipio asturiano de Oviedo) el 13 de diciembre de 1894 y falleció el 31 de marzo de 1958 en Madrid, donde vivía desde 1901, aunque visitaba Asturias con frecuencia. Fue enterrado en el cementerio madrileño de la Almudena.

Según el prestigioso crítico de arte Francisco Cabriffosse Cuesta (2008), Laviada «fue un artista de mucha fuerza, con mucha calidad, con un gran dominio de la técnica escultórica, que es muy importante, y, sobre todo, fue un artista consecuente y de calidad; un artista clave en la historia del arte asturiano y un escultor clave también en la escultura española de su periodo», y asimismo fundamental «para comprender el tiempo de esplendor que tuvo el arte asturiano en los años veinte y treinta» del pasado siglo XX.

Su formación escultórica la inició de niño en el taller de su tío, el ovetense Cipriano Folgueras, y la continuó de forma brillante en la madrileña Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, completándola, gracias a una beca, en la Academia Española de Bellas Artes de Roma entre 1922 y 1928. Lo más destacado de su producción durante su estancia en la Ciudad Eterna fue el grupo escultórico titulado Diana cazadora, que presentó en su Exposición bienal y con el que lograría la segunda medalla tanto en la Exposición Nacional de Bellas Artes que tuvo lugar en Madrid en 1926 como en la de Barcelona de 1929. Como afirma Dolores Villameriel Fernández, experta en la obra de Laviada, éste, en su etapa romana, «interpreta los temas clásicos con una formalidad estilística ajena al clasicismo canónico, cuyos resultados no están alejados de los nuevos vientos estéticos internacionales».

Tras viajar a Grecia y cosechar éxitos con un nuevo grupo escultórico, Driadas, retornó a España, donde la citada obra le consagró definitivamente al obtener con ella la primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes celebrada en Madrid en 1930. Fue precisamente en esta década en la que, en opinión de Dolores Villameriel, «ofrece más originalidad (...), por ejemplo, con el busto de Clarín (1931), del Campo de San Francisco (Oviedo), donde se muestra la particularidad de Laviada, o sea, trabajar en planos muy sintéticos y muy vigorosos, ya que fue un escultor más dado a las grandes proporciones que a la minuciosidad; era un escultor que dominaba mucho la capacidad espacial, una obra suya no quedaba perdida en el exterior por la forma de tallar y por la vigorosidad, y en la línea de la figuración, en el sentido clásico, fue el mejor escultor, puesto que valoraba la escultura como volumen, como una cosa que tenía fuerza».

Tras la guerra civil, la obra de Laviada —que había formado parte de la Junta de Defensa del Patrimonio Artístico de la República y, por ello, «sufrió un poco las consecuencias de la posguerra» (F. Crabiffosse)— genera opiniones encontradas entre algunos expertos. Así, Villameriel, para quien el escultor ovetense «después de la guerra civil se limitó prácticamente a hacer encargos», sostiene que «son esculturas muy mediatizadas por el tipo de obra o el lugar donde iban a ser ubicadas» y que, como le sucedió a otros artistas de entonces, «fue víctima de la guerra; artistas que tuvieron que someter su arte para sobrevivir». Por el contrario, Crabiffosse afirma que a Laviada «le pasa un poco como a [Evaristo] Valle, que, en gran medida, es mayor pintor después de la guerra, en sus últimos años», añadiendo que «lo que se percibe en Laviada es que mantiene el lenguaje, que sigue vivo, pero no creo que (a pesar de los encargos de posguerra) su obra tenga una identidad ideológica con el franquismo, es una escultura intemporal».

En Oviedo, ciudad que amaba profundamente, aparte del citado busto de Leopoldo Alas, «Clarín», es autor de monumento a José Tartiere (Campo de San Francisco, 1933) en colaboración con Víctor Hevia.

En la ciudad de Gijón, donde prefería vivir cuando regresaba a Asturias porque le venía mejor para su dolencia de corazón, dejó un importante legado escultórico: monumentos a Nicanor Piñole (1951), Evaristo Valle (1951) y Alexander Fleming (1955, en colaboración con Luis Moya), todos ellos en el Parque de Isabel la Católica, donde también se pueden ver las reproducciones de Diana cazadora y Driadas, realizadas en los años sesenta del pasado siglo por su discípulo predilecto, Manuel Álvarez Aguado, así como Alegorías, conjunto escultórico de comienzos de la década de los cincuenta que fue trasladado al parque tras el derribo a fines de 2006 del edificio del Instituto Nacional de Previsión local (plaza del Carmen), habiendo sido realizado por Laviada como remate de éste; esculturas en la Universidad Laboral de Gijón; monumento a los Héroes del Cuartel de Simancas (1958, en colaboración con Luis Moya), en el Colegio de la Inmaculada.

Otras obras suyas son los monumentos a Manolete (1956) en Córdoba, la Inmaculada (1954) en Pamplona (Rincón de la Aduana) y Manuel Suárez (años cincuenta) en el Parque Nuevo de La Felguera (Langreo, Asturias).

Bibl.: Javier Barón Thaidigsmann y Carlos Cid Priego: El Arte en Asturias a través de sus obras, «Escultura del siglo XX (I)», pp. 619-621. Edit. La Nueva España, Oviedo, 1996.

Fuente: EuroWeb Media, SL.

Concejo de Oviedo

Naturaleza, Arte Prerrománico, fiesta, gastronomía, Premios Princesa… y muchas cosas más en el concejo de Oviedo, ubicado en el corazón de Asturias y su capital es también la del Principado, y fue en el pasado capital del primer reino cristiano de la Península Ibérica y origen del Camino de Santiago.

Los concejos (municipios) que limitan con el Concejo de Oviedo son: Grado, Langreo, Las Regueras, Llanera, Mieres, Ribera de Arriba, Santo Adriano y Siero. Cada uno de estos concejos (municipios) comparte fronteras geográficas con Oviedo, lo que implica que comparten límites territoriales y pueden tener interacciones políticas, sociales y económicas entre ellos.

Comarca de Oviedo

Está en el corazón de Asturias y su capital, Oviedo, es la del Principado y fue en el pasado capital del primer reino cristiano de la Península Ibérica y origen del Camino de Santiago.

La comarca está conformada por uno o varios concejos (municipios). En este caso: Oviedo. Estos concejos representan las divisiones administrativas dentro de la comarca y son responsables de la gestión de los asuntos locales en cada municipio.

Conocer Asturias

«Además de la cueva en sí, el entorno natural que rodea a Tito Bustillo es de una belleza excepcional. La cueva se encuentra en un enclave privilegiado, cerca del río Sella y rodeada de un paisaje montañoso impresionante. Los visitantes pueden disfrutar de vistas panorámicas y paseos por senderos que ofrecen un contacto directo con la naturaleza.»

Dirección

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